martes, 24 de julio de 2012

'The Amazing Spiderman' 2012, para la generación Crepúsculo.


 
Al fin, tras varios meses ocupado preparando exámenes y viajando a lugáres exóticos como Lugo (con motivo de la celebración del Arde Lucus), dispongo de un poco de tiempo para actualizar mi blog. Y qué mejor modo de hacerlo que comentando la peli que vi hace unos diez días en un cine de la plaza de San Bernardo, en Madrid.
            Para ser sincero, la verdad es que no pensaba ver The Amazing Spiderman (¿qué problema había con titularla El Asombroso Spiderman?) en una sala de cine. Hace sólo 10 años que se estrenó el primer Spiderman de Sam Raimi. Para un adolescente o veinteañero, eso es mucho tiempo, pero para alguien como yo, a menos de un mes y medio de cumplir los 40, una década ya no es nada. Por eso no me hacía gracia pagar el cada vez más caro precio de una entrada de cine para volver a ver la misma historia, por mucho que nos la vendan como “una nueva visión de personaje” y todas esas chorradas que tanto les gustan a los de Hollywood. Sin embargo, el jueves por la tarde visité a un colega mío que estaba interesado en verla. Llamé a otro colega que resultó estar también interesado, de modo que me animé a acompañarles, confiando en que fuese acertada la opinión favorable de mi hermano, que la había visto pocos días antes. Tonto de mí.
            Lo que realmente arruinó la experiencia fue el comprender que The Amazing Spiderman no estába hecha para gente como mis colegas y yo. En 2002, yo aún no había cumplido los treinta, por lo que era técnicamente un veintañero. Y puesto que el Peter Parker interpretado por Tobey Maguire sólo pasaba la primera mitad de la peli en el instituto, buscando luego un trabajo para ganarse la vida, me sentía más o menos cercano a él. Diez años después, el personaje y yo nos hemos movido en direcciones opuestas. Ahora soy casi un cuarenton, mientras que el Peter Parker de Andrew Garfield nunca deja el instituto. De los 136 minutos que dura la película (a los que hay que restar 8 de los créditos finales, aunque éstos incluyen la clásica escena añadida), sobra una media hora dedicada a los clásicos tópicos sobre lo complejo, difícil y alienante que resulta adolescente, sobre cómo el prota es humillado por el chulito de turno para luego vengarse cuando obtiene sus poderes, y sobre cómo luego consigue a la chica guapa del instituto, básicamente por ser el prota. En resumen: como ya nos advirtieron hace unos 3 años, cuando se abandonó el proyecto de Spiderman 4 dirigida por Raimi, éste reinicio de la saga va dirigido fundalmente a la llamada “Generación Crepúsculo”. Eso no significa que la peli sea de lejos tan mala como la famosa saga de vampiros inmaduros y hostiables, sino que simpemente está en otra onda muy distinta de la de muchos de nosotros.
Oye, ¿no serás un vampiro de incógnito o algo así, verdad?

            A todo lo anteior hay que añadir la sensación generalizada de que todo esto ya lo había visto antes. Me refiero a la muerte del tío Ben, Peter siendo picado por la araña radioactiva/mutante/lo que sea,  el tomar conciencia y aprender a usar sus poderes, etc, etc, etc. Por supuesto, los actores son distintos y muchas cosas ocurren de forma más o menos diferente a como ocurrían en 2002. Muchos de los espectadores actuales sin duda eran demasiado jóvenes entonces para haber visto la peli de Raimi en el cine. Para ellos, The Amazing Spiderman quizá parezca algo nuevo  y emocionante, pero para mí, sigue siendo la misma historia que ya me contaron hace no tanto. Por supuesto, hay algunas mejoras: Martin Sheen está muy bien como el tio Ben (aunque Cliff Robertson tampoco estaba nada mal en las pelis de Raimi), Andrew Garfield me cae algo mejor que Maguire y lo de las telarañas no sólo está mucho mejor hecho, sino que además es más fiel al comic. Por desgracia, todo esto se anula debido a otras cosas que empeoran: A Sally Field no hay quien se la crea como la tía May (sobre todo porque, en la trilogía original, Rosemary Harris clavaba al personaje), el Lagarto no está muy bien creado (demasiado digital) ni tampoco está bien llevada la relación tipo Jeckill & Hide entre él y su alter-ego, el doctor Connors (aunque alguna de sus luchas con el Hombre Araña si están bien). Con todo, lo peor es la forma apresurada y videoclipera en que se pasa por ciertos momentos clave, como Peter creando el mecanismo que le permite disparar su telaraña, mientras que se pierde demasiado tiempo en escenas de angustia adolescente.

¡No soy digital! ¡Sólo soy un monstruo! ¡Déjenme un poco de dignidad!

            Lo más curioso es que en la película se percibe una cierta paranoia creativa, en el sentido de que sus responsables debían querer apartarse lo más posible del original para justificar un reinicio tan temprano de la saga, pero al mismo tiempo permanecer cercanos a él para no alejar a los numerosos fans del personaje. Por supuesto, cuando a estas alturas casi todos los superheroes de Marvel y DC han tenido ya mil y una versiones distintas (Tierra 2, Ultimates y todo eso), un reinicio desde cero no es algo que se pueda criticar porque sí. El problema surge a la de hora de compararlo con, por ejemplo, X-Men: Primera Generación. Allí se tomó la muy acertada decisión de ambientar la historia en una época distinta (los 60, casualmente cuando nacieron los comics originales) y rejuvenecer a los personajes, pero sin que diera las sensación de que estábamos en una maldita fiesta de graduación del instituto. Aquí tan sólo se introducen algunas subtramas más o menos interesantes (también sacadas de los comics) como el misterio sobre los padres de Peter. Pero en el fondo, siempre prevalece la sensación de “Esto ya me lo sé”, acompañada de una lamentable falta de emociones fuertes. Como en 2002, quedan varias cosas para la secuela: Spiderman sigue buscando al asesino del tío Ben (al que antes del crimen deja escapar en una escena tan calcada a la del original que da grima), sabemos que Norman Osborn anda por ahí (aunque sólo se le menciona) y Peter acaba rompiendo con Gwen Stacy para protegerla (igualito que con Mary Jane hace diez años). La diferencia es que, esta vez, me importa un pepino a dónde va a llevar todo eso. Aquellos de vosotros que tengais menos de 25 años (suponiendo que alguien de esa edad visite este blog) quizá penseis que esto son sólo las reflexiones de un carroza quemado por la edad y desilusionado por la crisis. Estáis en lo cierto: lo son. Pero esperad sólo unos añitos hasta acabar como yo (y  muchos otros). Entonces descubriréis que, parafraseando al emperador Palpatine: “Sólo ahora, al final, es cuando lo entiendes”.