Antes de nada,
una advertencia: no confundáis esta película con otra del mismo título producida
en 2007 y que también pertenece al género de Terror/Ciencia-ficción. Ambas son
muy distintas, tanto en su argumento como en su desarrollo, pero poseen un
tercer elemento en común: además de ser películas independientes – o sea, no realizadas
por un gran estudio de Hollywood -, se empeñan en que demostrarlo con un estilo
visual y una puesta en escena muy alejadas de lo acostumbrado en el cine
comercial. Es muy probable que esto eche para atrás a algunos de vosotros, mientras
que a otros os cause interés. Y es que el término “cine independiente americano”
suele polarizar a los espectadores casi tanto como “cine español”. De hecho,
una rápida visita a la IMDB indica que ésta es una de esas películas que
dividen al público. O te encanta, o la odias. Yo, quizá como muestra de mi
idiosincrasia, me quedo en un punto medio. Personalmente la definiría como “interesante”,
pero también como “un poco pretenciosa y fallida”. ¿Por qué? Permitidme que
entre en detalles.
Bueno, en
realidad tampoco puedo dar demasiados
detalles. Esta es la clase de historia sobre la que conviene saber lo menos
posible antes de empezar a verla. Por eso no voy a revelaros gran cosa del
argumento más allá de los primeros minutos. Éstos se centran en un viaje en
coche realizado por los tres protagonistas, los cuales son Nick (Brenton Thwaites,
jo que nombre), su novia Haley (Olivia Cooke, conocida por Bates Motel) y su mejor
amigo Jonah (Beau Knapp). Toda esta parte es casi un manual de tópicos del ya
mencionado cine independiente americano, desde el frecuente uso de la cámara en
mano, pasando por el montaje un pelín abrupto y terminando en innumerables
planos del paisaje por el que se desplazan los personajes (Nuevo Méjico), el
cual a menudo describe su estado emocional. A primera vista uno diría que
estamos ante un dramón romántico, ya que Nick sufre una enfermedad que le hace
perder poco a poco el uso de sus piernas y teme que Haley acabe dejándole
cuando su estado empeore. Sin embargo, pronto queda claro que el motivo del
viaje no es el descubrimiento interior ni una melancólica reflexión sobre el
sentido de la vida. Nick y Jonah están siguiendo la pista a un conocido hacker
llamado Nomad, el cual se ha cargado los servidores de su facultad, causándoles
problemas tanto a ellos como a muchos otros alumnos. Gracias a que ambos amigos
son también muy duchos en informática –Jonah es un estereotipo nerd (o friki, que diríamos nosotros), mientras que Nick es más guapito y
tiene novia porque, claro, es el prota-, consiguen localizar la supuesta
guarida de Nomad en una casucha aparentemente abandonada en mitad de ninguna
parte. Tras llegar allí de noche, Haley se queda aguardándolos en el coche
mientras Nick y Jonah se aventuran dentro. Esto da pie a una divertida parodia
de los momentos finales de El Proyecto
de la Bruja de Blair, pero las cosas pronto se ponen serias de nuevo cuando
Haley empieza a gritar, los dos amigos corren en su ayuda y…
TRANQUILIZAOS: NO HAY SPOILERS
Un extraño
montaje de imágenes nos indica que algo
ha pasado, pero no sabemos qué. Tampoco lo sabe Nick, quien se despierta en una
habitación de hospital, confuso y sin recordar cómo ha llegado allí. Pronto
descubre que el personal utiliza siempre trajes de protección biológica –como los
de Estallido, para que os hagáis una
idea- y el enigmático doctor al mando (Laurence Fishburne), le informa de que
ha sido abducido por extraterrestres.
¡Tachaaaan!
Futuro laboral de los jóvenes españoles
Naturalmente,
Nick pronto empieza a tener dudas sobre lo que ocurre a su alrededor. Y es que
hasta un tonto sospecharía enseguida de un Laurence Fishburne con una sonrisa
más falsa que la de Artur Mas y que o bien responde con evasivas o bien ignora
por completo tus preguntas. Vaya, también igual que Artur Mas. Bueno, mejor dejo
de hacer comparaciones, porque cuando inicié este blog dije que aquí no se iba
a hablar de política.
A partir de
este punto, Nick intentará por todos los medios averiguar qué está sucediendo
realmente y de paso escapar del extraño hospital junto con Haley, quien
aparentemente está en coma. Por el camino habrá muchas sorpresas y giros
argumentales, de modo que la película nunca se hace aburrida. Sin embargo…
Sin embargo,
hay un par de cosas que funcionan como armas de doble filo. Para empezar, las
ya mencionadas sorpresas – que no os voy a revelar para no estropearos un
futuro visionado. Todas ellas generan varias preguntas, algunas de las cuales
son respondidas en el curso de la historia. Pero otras quedan en el aire. Y
aunque me gustan las películas que prefieren sugerir antes que subrayar y dejan
ciertas cosas a la imaginación del espectador, para hacer eso se requiere una
inteligencia y una sutileza mucho mayores que las que muestra The Signal. En cuanto la película
termina, uno se da cuenta de que para sorprendente una y otra vez los tres
guionistas han dejado demasiados interrogantes abiertos y más de un agujero en
la trama. El caso más sangrante es quizá el de la misma escena final, inspirada
al menos en otras dos películas mucho más conocidas y que no voy a mencionar
para evitar spoilers. Da la sensación
de que el desenlace queda deliberadamente abierto con vistas a una secuela que
explique más cosas. Pero incluso de ser así, uno echa de menos una conclusión
más elegante y que no parezca querer gritarte a la cara: “Sorpréndete o
mataremos a toda tu familia”.
La otra arma
de doble filo es la dirección de William Eubank, quien por cierto también es
uno de los tres guionistas antes mencionados. Su trabajo es muy notable y
además hace un gran uso de la fotografía, que aprovecha al máximo tanto los
interiores del hospital como los exteriores de Nuevo Méjico. El problema es que
en algunos momentos Eubank se empeña en ser tan “artístico” y en alejarse de
las convenciones del cine comercial que llega a resultar un tanto irritante. Por
eso, frente a escenas muy originales y bien resueltas, hay otras en las que se
le va un poco la mano. Me atrevo a comparar su estilo con el de Nicolas Winding
Refn en Drive, con la salvedad de
que Eubank muestra menos autocontrol. A pesar de todo, prefiero mil veces a
gente como él antes que a individuos como Michael Bay. Por cierto: Bay es el
director de una de las películas en las que se inspira el final de esta. Y lo
siento, pero por problemas de presupuesto no hay premio para quien acierte
cuál.
El trabajo de
los actores es en general bueno, aunque hubiera sido original que por una vez
el prota y novio de la chica fuera el más bien feucho friki (Jonah) en vez del
guapito de turno (Nick). Sospecho que el detalle de la enfermedad de éste
último es una forma de hacerlo más vulnerable y de ayudar a que simpaticemos
con él. Irónicamente, he leído alguna crítica cuyo autor se queja de que eso
nunca ocurre y de que Nick resulta un poco inaguantable. Yo nunca tuve ese
problema. También creo que es una buena idea que los tres protagonistas sean
actores poco conocidos, ya que eso genera más incertidumbre acerca de si al
final van a acabar bien o no. Fishburne está perfecto como el misterioso doctor,
aunque resulta evidente que esta clase de papeles los sabe hacer hasta durmiendo.
Entre los secundarios, destacar la aparición de Lin Shaye, a quien algunos
recordaréis como investigadora de lo paranormal en la saga Insidious. Su personaje es bastante gracioso, aunque también un
ejemplo de los varios elementos del guion que no se explican lo suficiente.
En conclusión,
debo decir que los aciertos de esta película superan a sus debilidades. Sin
embargo, insisto en que tiende a dividir al público. Sin duda la apreciareis
más aquellos de vosotros a quienes les guste el cine independiente o busquen
algo distinto de lo habitual. Por poner un ejemplo, os recomiendo que la veáis
si os gustó más Looper que cualquier
entrega de la saga Transformers. Y
puesto que además hay una historia de amor –eso sí, mucho menos forzada que la
de El Niño-, a vuestras novias es
probable que también les guste. The Signal
se estrena en España el próximo 12 de diciembre. Dudo que dure mucho en cartel,
pero sí es cierto que la gran labor de fotografía debe de apreciarse aún mejor
en el cine que en una pantalla de plasma. La decisión es vuestra.