martes, 24 de julio de 2012

'The Amazing Spiderman' 2012, para la generación Crepúsculo.


 
Al fin, tras varios meses ocupado preparando exámenes y viajando a lugáres exóticos como Lugo (con motivo de la celebración del Arde Lucus), dispongo de un poco de tiempo para actualizar mi blog. Y qué mejor modo de hacerlo que comentando la peli que vi hace unos diez días en un cine de la plaza de San Bernardo, en Madrid.
            Para ser sincero, la verdad es que no pensaba ver The Amazing Spiderman (¿qué problema había con titularla El Asombroso Spiderman?) en una sala de cine. Hace sólo 10 años que se estrenó el primer Spiderman de Sam Raimi. Para un adolescente o veinteañero, eso es mucho tiempo, pero para alguien como yo, a menos de un mes y medio de cumplir los 40, una década ya no es nada. Por eso no me hacía gracia pagar el cada vez más caro precio de una entrada de cine para volver a ver la misma historia, por mucho que nos la vendan como “una nueva visión de personaje” y todas esas chorradas que tanto les gustan a los de Hollywood. Sin embargo, el jueves por la tarde visité a un colega mío que estaba interesado en verla. Llamé a otro colega que resultó estar también interesado, de modo que me animé a acompañarles, confiando en que fuese acertada la opinión favorable de mi hermano, que la había visto pocos días antes. Tonto de mí.
            Lo que realmente arruinó la experiencia fue el comprender que The Amazing Spiderman no estába hecha para gente como mis colegas y yo. En 2002, yo aún no había cumplido los treinta, por lo que era técnicamente un veintañero. Y puesto que el Peter Parker interpretado por Tobey Maguire sólo pasaba la primera mitad de la peli en el instituto, buscando luego un trabajo para ganarse la vida, me sentía más o menos cercano a él. Diez años después, el personaje y yo nos hemos movido en direcciones opuestas. Ahora soy casi un cuarenton, mientras que el Peter Parker de Andrew Garfield nunca deja el instituto. De los 136 minutos que dura la película (a los que hay que restar 8 de los créditos finales, aunque éstos incluyen la clásica escena añadida), sobra una media hora dedicada a los clásicos tópicos sobre lo complejo, difícil y alienante que resulta adolescente, sobre cómo el prota es humillado por el chulito de turno para luego vengarse cuando obtiene sus poderes, y sobre cómo luego consigue a la chica guapa del instituto, básicamente por ser el prota. En resumen: como ya nos advirtieron hace unos 3 años, cuando se abandonó el proyecto de Spiderman 4 dirigida por Raimi, éste reinicio de la saga va dirigido fundalmente a la llamada “Generación Crepúsculo”. Eso no significa que la peli sea de lejos tan mala como la famosa saga de vampiros inmaduros y hostiables, sino que simpemente está en otra onda muy distinta de la de muchos de nosotros.
Oye, ¿no serás un vampiro de incógnito o algo así, verdad?

            A todo lo anteior hay que añadir la sensación generalizada de que todo esto ya lo había visto antes. Me refiero a la muerte del tío Ben, Peter siendo picado por la araña radioactiva/mutante/lo que sea,  el tomar conciencia y aprender a usar sus poderes, etc, etc, etc. Por supuesto, los actores son distintos y muchas cosas ocurren de forma más o menos diferente a como ocurrían en 2002. Muchos de los espectadores actuales sin duda eran demasiado jóvenes entonces para haber visto la peli de Raimi en el cine. Para ellos, The Amazing Spiderman quizá parezca algo nuevo  y emocionante, pero para mí, sigue siendo la misma historia que ya me contaron hace no tanto. Por supuesto, hay algunas mejoras: Martin Sheen está muy bien como el tio Ben (aunque Cliff Robertson tampoco estaba nada mal en las pelis de Raimi), Andrew Garfield me cae algo mejor que Maguire y lo de las telarañas no sólo está mucho mejor hecho, sino que además es más fiel al comic. Por desgracia, todo esto se anula debido a otras cosas que empeoran: A Sally Field no hay quien se la crea como la tía May (sobre todo porque, en la trilogía original, Rosemary Harris clavaba al personaje), el Lagarto no está muy bien creado (demasiado digital) ni tampoco está bien llevada la relación tipo Jeckill & Hide entre él y su alter-ego, el doctor Connors (aunque alguna de sus luchas con el Hombre Araña si están bien). Con todo, lo peor es la forma apresurada y videoclipera en que se pasa por ciertos momentos clave, como Peter creando el mecanismo que le permite disparar su telaraña, mientras que se pierde demasiado tiempo en escenas de angustia adolescente.

¡No soy digital! ¡Sólo soy un monstruo! ¡Déjenme un poco de dignidad!

            Lo más curioso es que en la película se percibe una cierta paranoia creativa, en el sentido de que sus responsables debían querer apartarse lo más posible del original para justificar un reinicio tan temprano de la saga, pero al mismo tiempo permanecer cercanos a él para no alejar a los numerosos fans del personaje. Por supuesto, cuando a estas alturas casi todos los superheroes de Marvel y DC han tenido ya mil y una versiones distintas (Tierra 2, Ultimates y todo eso), un reinicio desde cero no es algo que se pueda criticar porque sí. El problema surge a la de hora de compararlo con, por ejemplo, X-Men: Primera Generación. Allí se tomó la muy acertada decisión de ambientar la historia en una época distinta (los 60, casualmente cuando nacieron los comics originales) y rejuvenecer a los personajes, pero sin que diera las sensación de que estábamos en una maldita fiesta de graduación del instituto. Aquí tan sólo se introducen algunas subtramas más o menos interesantes (también sacadas de los comics) como el misterio sobre los padres de Peter. Pero en el fondo, siempre prevalece la sensación de “Esto ya me lo sé”, acompañada de una lamentable falta de emociones fuertes. Como en 2002, quedan varias cosas para la secuela: Spiderman sigue buscando al asesino del tío Ben (al que antes del crimen deja escapar en una escena tan calcada a la del original que da grima), sabemos que Norman Osborn anda por ahí (aunque sólo se le menciona) y Peter acaba rompiendo con Gwen Stacy para protegerla (igualito que con Mary Jane hace diez años). La diferencia es que, esta vez, me importa un pepino a dónde va a llevar todo eso. Aquellos de vosotros que tengais menos de 25 años (suponiendo que alguien de esa edad visite este blog) quizá penseis que esto son sólo las reflexiones de un carroza quemado por la edad y desilusionado por la crisis. Estáis en lo cierto: lo son. Pero esperad sólo unos añitos hasta acabar como yo (y  muchos otros). Entonces descubriréis que, parafraseando al emperador Palpatine: “Sólo ahora, al final, es cuando lo entiendes”.

domingo, 22 de abril de 2012

'Los Juegos del Hambre' No hay güevecillos.


No, no los hay. Una historia como esta necesitaba mucha más violencia y mala leche de las que el estudio (Lionsgate) estaba dispuesto a permitirse. Admito que no he leído las novelas originales de Suzanne Collins, pero quienes si lo han hecho coinciden en que tienen momentos bastante brutales. Para los que hayáis estado en coma o atrapados en una isla desierta durante las últimas semanas, la historia transcurre en un futuro en el que la nación de Panem (se supone que lo que una vez fue Estados Unidos, aunque la peli tampoco lo deja muy claro) está dividida entre el Capitolio y otros 12 distritos bajo su control. Como castigo por una insurrección contra el Capitolio sucedida tiempo atrás, cada distrito debe elegir anualmente por sorteo a un chico y a una chica de entre 12 y 18 años y entregarlos como “tributos” para que compitan en los juegos del título. Dichos juegos son un espectáculo televisado a escala nacional, donde además de matarse entre si (“sólo puede quedar uno”, como en cierta saga que todos recordamos), los tributos deben ganarse la simpatía del público para que los patrocinadores les envíen objetos útiles durante la competición.
Como veis, semejante historia tenía un montón de posibilidades, empezando por un agudo comentario social sobre Gran Hermano y sus clones, la opresión militar y económica que los estados ricos (como el Capitolio) ejercen sobre los pobres (los otros 12 distritos), la obsesión mediática con la juventud, la belleza y la fama e incluso la mentalidad del “éxito a cualquier precio”, parcialmente responsable de la crisis en la que nos encontramos. Estoy seguro de que alguien como Paul Verhoeven hubiera hecho maravillas con este material. Por desgracia, los tiempos de películas como Robocop o Starship Troopers terminaron hace mucho. La mayor parte del publico que acude hoy en día a las salas de cine son adolescentes y veinteañeros, los cuales no quieren comerse el coco con ciertas cosas, en parte porque nuestra sociedad cada vez les estimula menos para que se hagan preguntas. Ojo, tampoco pretendo meter a todos los adolescentes y veinteañeros en el mismo saco. La cantidad de ellos que hace tres años puso a parir Mentiras y Gordas, señalando de paso que no se veían reflejados en aquel bodrio, es una muestra de que aún hay esperanza. El verdadero problema es que a los de Lionsgate obviamente les preocupaba que el profundizar demasiado en ciertos temas alienara al público joven, sobre todo a los muchos fans de los libros que esperaban una adaptación lo más fiel posible. El estudio buscaba un éxito en taquilla similar al de la saga Crepúsculo, a pesar de que todo el mundo insiste en que ambas sagas son muy, muy distintas. Por eso mismo han hecho lo que tan a menudo se hace en Hollywood: Jugar sobre seguro y sin correr riesgos.

Anteanoche mismo, justo después de ver la película, visioné un reportaje sobre ella en una repetición de Dias de Cine, donde auguraban que se convertirá en una obra de culto para los jóvenes rebeldes de hoy en día. “¡Y una leche!”, pensé yo. Soy casi un cuarentón, por lo que no estoy demasiado puesto en cómo piensan los jóvenes actuales. Sin embargo, una vez fui adolescente y más tarde veinteañero, lo que me permite aventurar que muy pocos jóvenes se van a sentir conmovidos ni mucho menos empujados a las barricadas por esta película. Otra cosa es que les guste o no, pero para llegar al corazón de los jóvenes hace falta mucho más. A principios de los noventa, El Club de los Poetas Muertos fue prácticamente un fenómeno sociológico al transmitir un mensaje similar, pero con una temática y en un contexto histórico y socio-económico completamente distintos. Aquella película nos transportaba al pasado (la América de los 50) para mostrarnos a un grupo de adolescentes que se revelaban contra la moral y las normas de la época mediante la poesía. Yo soy de la minoría a quien la peli les pareció demasiado melodramática (y además no aguanto a Robin Williams). Aún así, reconozco que tenía algo que Los Juegos del Hambre no tiene ni por asomo, y es que había momentos que te emocionaban (o al menos, como en mi caso, te generaban empatía). Y no digamos ya El club de los Cinco (The Breaksfast Club), película que no incita exactamente a la rebelión, pero que me hace sentirme adolescente cada vez que la veo, sobre todo cuando Emilio Estevez pregunta en voz alta lo que todos nos hemos preguntado alguna vez cuando éramos adolescentes: “¿Vamos a ser como nuestros padres?”. En Los Juegos del Hambre no hay ningún momento así. De hecho, no hay nada de lo que funcionaba tan bien en las otras dos películas. Para empezar, no se nos presenta a un grupo de jóvenes dándonos tiempo para conocerlos. Aquí sólo hay una prota absoluta, Katniss Everdeen, y a todos los demás personajes los conocemos desde su punto de vista, lo que limita mucho nuestra capacidad para empatizar con ellos y sumergirnos en la historia. Los que halláis leído La Larga Marcha de Stephen King (que Frank Darabont lleva años intentado llevar al cine), recordareis que allí sucede lo mismo y sin embargo los secundarios son variopintos e interesantes. Aquí, en cambio, casi todos son estereotipos que existen para definir mejor a Katniss: La madre está medio ida desde la muerte de su padre (TRADUCCIÓN: Katniss es una luchadora que saca adelante a su familia). La hermana pequeña es frágil, tan llorona que dan ganas de hostiarla y tiene pesadillas donde la eligen como tributo (TRADUCCIÓN: Por su puesto, la eligen. Y como ella es lo más importante para Katniss, ella se ofrece voluntaria en su lugar). El interés amoroso es un chaval bueno, desinteresado y se parece a Taylor Lautner (TRADUCCIÓN: Katniss tendrá que elegir entre él y otro tío). El Otro Tío es un pringado miedica, secretamente enamorado de Katniss (TRADUCCIÓN: Ella se va a plantear si quizá no siente algo por él). La tributo que ayuda a Katniss es medio negra y se parece a la hermana pequeña (TRADUCCIÓN: La matan. Y por si no había quedado claro antes, Katniss hace todo esto por su hermana).

Soy rebelde porque si no, estoy muerta.

Por favor, no me vengáis conque acabo de soltar muchos spoilers. Por si no lo habéis pillado ya, esta es la clase de peli donde siempre tienes muy claro lo que va a pasar. Todos sabemos desde el principio que Katniss va a ganar, no sólo por todo lo anterior, sino porque además el libro tiene dos secuelas (la primera de las cuales se va a adaptar al cine este otoño). Por lo tanto, la verdadera emoción y el verdadero interés tendrían que venir no del qué sino del cómo. Ahí entramos en el otro gran problema de la peli, el cual tiene nombre propio: Gary Ross. El que fuera director de Pleasantville (dicen que está bien, aunque no la vio casi nadie) y de El Regreso de Lassie (evidente indicio de que algo está podrido en Dinamarca), recurre constantemente a la cámara en mano, de esa que apenas te deja ver nada -o “shaky cam”, como la llaman en inglés-, además de abusar de los cortes bruscos y de los primeros planos. Coincido con Rafa Martín de Las Horas Perdidas en que probablemente lo hace para luego no mostrar casi nada de violencia durante la competición sin que quede raro (porque la idea es que los mayores de 13 años pasen por taquilla y todo eso). El problema es que su estilo visual tipo “¿A que esto parece casi una peli independiente e introspectiva?” no le pega ni con cola este tipo de historia, precisamente porque todos sabemos que estamos viendo una peli comercial de gran presupuesto. Hay breves flashbacks (algunos de los cuales se repiten) en el peor estilo MTV. Cuando Katniss sufre alucinaciones por la picadura de unas abejas, en vez de sentir su desorientación sientes que quieren marearte. Por cierto, esto no es coña: Mientras veía la película en los cines Ábaco Alcobendas de Madrid, una chica sufrió un ataque epiléptico. Mis acompañantes discutieron más tarde sobre si se lo había provocado o no la película (por supuesto, hay otros factores médicos a considerar). El mayor problema es que este estilo despoja de emoción a los momentos que deberían tenerla. Un buen ejemplo es el comienzo mismo de los juegos: Cada participante es elevado en una plataforma hasta un claro en medio de un bosque. Todos se encuentran dispuestos en semicírculo, aguardando a que un contador llegue a cero para lanzarse a por una pila de armas y suministros que tienen delante. Cuando lo hacen y empiezan a luchar por ellos, la cámara empieza a temblar más que nunca (de modo que no vemos quién está matando a quién) y el sonido ambiente desaparece, reemplazado por una musiquilla de fondo para que entendamos que es un momento muy dramático, porque hay adolescentes matándose entre si y tal. Las demás escenas de acción sufren un problema similar, incluido el climax, donde te da un poco igual quien viva o quien muera. Al fin y al cabo, está cantadísimo que Katniss va a salvarse. Y los demás, como dije antes, son secundarios prescindibles.

Llegados a este punto, pensareis que Los Juegos del Hambre no me ha gustado nada. La verdad es que no me parece una mala película, sino más bien una muy fallida. Lo mejor con diferencia es Jennifer Lawrence. Esta chica no sólo promete mucho, sino que ella es el esparadrapo que mantiene unido todo el conjunto. Katniss no es un personaje muy simpático -lo que irónicamente la hace más interesante-, pero ella le da el punto justo para que no nos caiga mal y queramos saber si sobrevive o no... Aunque en el fondo ya sabemos que lo hará. Los secundarios cumplen, aunque ninguno tiene mucho que hacer, porque sus personajes son bastante limitados. Liam Hensworth y Josh Hutcherson existen sólo para que nos preguntemos con cuál de los dos se va a quedar Katniss al final de la saga (sin haber leído los libros, apuesto a que uno muere fijo). Donald Sutherland actúa claramente con el piloto automático, porque sabe que esta historia no necesita más. Stanley Tucci y Woody Harrelson si tienen algún margen de maniobra. En el caso de Harrelson, te quedas con ganas de saber más sobre él, ya que interpreta a un antiguo ganador de los juegos, ahora cínico y alcoholizado. El personaje de Eizabeth Banks, en camino, es directamente inaguantable, por lo que su poca importancia se agradece. Parte de esa inaguantabilidad se debe a su ridículo atuendo y maquillaje, aspecto este que comparten la mayoría de los secundarios del Capitolio. No sé si están sacados de los libros o fueron creados expresamente para la película, pero hacen que resulte más difícil tomarte en serio lo que estás viendo. Si era un intento de mostrar que las masas opulentas son superficiales y estúpidas, había otras formas más eficaces de hacerlo.

"Por favor, que los responsables de maquillaje y vestuario salgan de la fila para se azotados."

En definitiva, quien haya visto Battle Royale, que no espere algo ni la mitad de bueno (aunque admito que Los Juegos del Hambre si está por encima de la vergonzosa Battle Royale 2). El verdadero fallo es que se ha intentado hacer algo que satisfaga tanto a chicos como a chicas de cierta edad (acción+amor+adolescentes), un poco como las series de televisión españolas buscan satisfacer a todos sin lograr satisfacer a casi nadie. Y por mucho que Jennifer Lawrence se esfuerce, una buena interpretación no puede salvar 142 minutos de mediocridad. Eso si, el punto en el que acaba la historia genera interés sobre lo que vendrá luego. Y también lo genera el anuncio, hecho hoy mismo, de que el director de la segunda parte, En Llamas (Catching Fire), será Francis Lawrence (ya van dos Lawrences), quien lo hizo muy bien en Constantine y en Soy Leyenda, a pesar de la presencia de Keanu Reeves en la primera y del flojo guion de la segunda. Quizá nos encontremos dentro de un año o dos con una secuela superior al original (y sin shakycam). Pero eso, sólo el tiempo lo dirá.

viernes, 16 de marzo de 2012

Mi opinión sobre 'A Dance with Dragons' (sin spoilers).

 
AVISO: Este artículo va dirigido a quienes hayáis leído la saga Canción de Hielo y Fuego, preferentemente hasta Festín de Cuervos (A Feast for Crows). Si al menos no habéis terminado Tormenta de Espadas (A Storm of Swords) o sólo habéis visto la primera  temporada de la serie de HBO, os aconsejo que no sigáis leyendo para evitar spoilers.
            Ayer mismo acabé de leer en inglés A Dance with Dragons, (que presumiblemente se titulará en España Danza con Dragones). Este es el primer libro de la saga que leo en versión original, y debo admitir que me resultó bastante fácil. De vez en cuando me encontraba con alguna palabra de cuyo significado no estaba muy seguro o que simplemente desconocía, pero en general no tuve ningún problema grave. Supongo que de algo tenían que servir los 22 años que llevo intentando sacarme un título universitario en la lengua de Shakespeare (si, habéis leído bien, 22 años y unos 3 más que me quedan).
            Como quizá ya sepáis, los dos primeros tercios del libro (o más bien sus primeras tres quintas partes) abarcan el mismo periodo de tiempo que Festín de Cuervos, pero centrándose en los personajes que no aparecían allí, fundamentalmente Jon Nieve, Tyrion Lannister, Daenerys Targaryen, Bran Stark y Davos Seaworth, además de  Theon Greyjoy, cuyo destino no estaba nada claro desde su última aparición en Choque de Reyes. Cuando la trama alcanza el punto donde terminaba FdC, reaparecen Arya Stark, Jaime Lannister y su más que hermana Cersei, junto con Asha Greyjoy, su tío Victarion y Areo Hotah en Dorne. A todos estos se unen dos personajes ya conocidos pero que hasta ahora no habían tenido punto de vista propio, Melisandre y Barristan Selmy, así como otro al que hasta hora sólo conocíamos de nombre, Quentyn Martell, y uno completamente nuevo, Jon Connington. Como en los libros anteriores, en el prólogo y en el epílogo se nos da el punto de vista de dos personajes secundarios. En este sentido el epílogo es especialmente interesante, en parte por lo que ocurre al final y en parte porque el personaje en cuestión lleva pululando por ahí desde Juego de Tronos.
            ¿Qué puedo decir del libro? Pues, en primer lugar, que George R.R. Martin sigue escribiendo que-te-cagas. En serio, yo de mayor quiero escribir así. La traducción española de la editorial Gigamesh siempre me pareció muy buena, pero en versión original se puede apreciar aún más el talento de este hombre. Los diálogos siguen siendo igual de agudos y las descripciones igual de detalladas. Como en los libros realmente buenos, uno tiene la sensación de estar en un universo real, siguiendo a personajes de carne y hueso.
            La principal novedad es que casi la mitad de la trama se desarrolla en Essos, el continente situado al este de Poniente, a donde Tyrion, Victarion y Quentyn han acudido en busca de Daenerys. Aunque los viajes de ésta última (y los de Arya) en libros anteriores ya nos habían permitido conocer la mayoría de las ciudades libres, es en éste donde por primera vez Essos alcanza una entidad propia. De hecho, si algo se puede reprochar a Martin es que quizá alarga demasiado las aventuras de Tyrion sólo para mostrarnos determinados lugares del continente. Claro que Tyrion, uno de los personajes favoritos de la saga, no ha perdido nada de ingenio ni de carisma, por mucho que el destino siga riéndose de él.
            En cuanto a los demás personajes, todos progresan adecuadamente. Los nuevos puntos de vista de Melisandre y Barristan Selmy me parecieron las aportaciones más interesantes, sobre todo el del segundo, ya que a su edad y tras haber servido a varios reyes, resulta evidente que ha visto muchas cosas. El de Jon Connington también me gustó por la nueva trama que introduce, la cual explica parte del tejemaneje que se traen varios personajes secundarios desde JdT. Mi favorito, sin embargo, es el perdedor nato Theon Greyjoy, cuyo regreso no puedo dejar de aplaudir. Cierto que el chaval era un poco irritante, pero las constantes decepciones y humillaciones que se llevó en CdR me hicieron acabar simpatizando con él. Cuando reaparece en DcD,  lo ha pasado tan mal durante tanto tiempo que es imposible no ponerse de su lado. De hecho, el personaje ha evolucionado de tal modo (y sigue evolucionando a lo largo del libro) que su arco argumental es quizá uno de los más interesantes de la saga. Jaime, por el contrario, es quizá el más decepcionante, ya que sólo tiene un capítulo que parece metido con calzador para generar suspense hasta The Winds of Winter.
            En general, toda la trama del libro da la impresión de que nos encaminamos hacia el final del segundo acto y el comienzo del tercero, cosas ambas que sin duda tendrán lugar en TWoW. Tal cosa es muy de agradecer, puesto que en FdC algunas de las tramas parecían dar demasiadas vueltas para no ir a ninguna parte. Ahora ya empieza estar claro hacia dónde van la mayoría, aunque estoy seguro de que nos seguiremos llevando unas cuantas sorpresas. Por fortuna, parece que Martin no se va a tirar tantos años escribiendo el próximo libro, de modo que quizá esta vez la espera sea más corta. De hecho, uno de los primeros capítulos ya está disponible en su sitio oficial de Internet. En inglés, por supuesto, aunque ya he visto en la Red alguna que otra traducción al castellano. Puesto que me viene bien para mis estudios y puesto que el capítulo es sobre Theon Greyjoy, he decidido hacer mi propia traducción y colgarla aquí en un futuro próximo. Pero recordad: Ahí si habrá spoilers.

martes, 28 de febrero de 2012

'Conan el Bárbaro 2011', escrita, producida y dirigida por Thoth-Amon.


- ¿Qué es lo mejor de la vida, Conan?
- Lo mejor de la vida es matar a los que hacen malas películas sobre mí, arrancar las entrañas a esos ejecutivos de Hollywood, violar a sus mujeres y mearme en la tapicería de sus coches de lujo.

            Antes de nada, debo aclarar que tengo algunas reservas sobre la versión de Conan el Bárbaro que John Milius dirigió en nuestro país a principios de los ochenta. En parte, porque me parece un poco demasiado larga y con problemas de ritmo, pero sobre todo porque altera los orígenes del personaje titular, convirtiéndolos en una típica historia de venganza. Tanto el Conan de Robert E. Howard como el de los cómics clásicos de Marvel (y los más recientes de Dark Horse) se marchan de su aldea en busca de aventuras, espoleados por las historias de su abuelo Cormac sobre los viajes que él mismo hizo en su juventud. Milius, quien se autodefine como un “anarquista de derechas” - otros lo llaman simplemente “facha” -, lleva la historia de Conan a su terreno, haciendo que el villano Thulsa Doom (James Earl Jones) destruya la aldea del Cimmerio, mate a sus padres y le venda como esclavo. No se puede negar que, desde el punto de vista del guión - además de director, Milius es un reputado guionista -,  el cambio le da a nuestro bárbaro favorito un objetivo más claro que la simple sed de aventuras, a la vez que permite integrar en éstas el viaje iniciático del personaje. Lo que ya es más caprichoso son las varias alteraciones que sufren algunos personajes secundarios. Thulsa Doom, por ejemplo, fue creado por Howard como un enemigo de Kull el Conquistador, personaje similar a Conan, pero que vivió siglos antes en la Edad Hyboria. Lo más curioso es que el Doom de la película se parece mucho más al verdadero gran enemigo de Conan, el hechicero Thoth-Amon (cuya presencia en el título de este artículo habla por sí misma). Valeria (Sandahl Bergman) aparece en la historia original de Howard Clavos Rojos (Red Nails), que fue magníficamente adaptada por Marvel en dos números de La Espada Salvaje de Conan. Allí no es una ladrona, sino que pertenece a la Roja Hermandad (de piratas) y aunque existe una evidente atracción entre ambos, nunca llega a ser el gran amor de Conan. Ese puesto está reservado para Belit, quien aparece en otra historia original de Howard, titulada La Reina de la Costa Negra (Queen of the Black Coast). Dicha historia dio lugar a un extensísimo arco en la colección original de Marvel, el cual hoy en día goza de merecida fama entre los aficionados al cómic. Es Belit y no Valeria quien dice aquello de “Si yo muriera y tú estuvieras a las puertas de la muerte, yo volvería para salvarte” y efectivamente cumple su promesa. A pesar de todo, no se puede negar que Milius muestra un gran respeto tanto hacia Conan como hacia su mundo, dotando de profundidad a los personajes y regalándonos momentos tan inolvidables como aquél de “Crom, nunca te había rezado antes...”. Supongo que, como Estadounidense de pro, el director debió conectar con la historia de un hombre hecho a sí mismo, que surge de la nada y llega a ser rey “por sus propios medios”, liquidando de paso a todos sus enemigos. Nada extraño, si tenemos en cuenta que, salvo por la ambientación y los elementos fantásticos, Conan el Bárbaro podría ser perfectamente un western, el género americano por excelencia.


            Todo lo anterior viene a cuento a la hora de dar mi opinión sobre el nuevo Conan, dirigido por el alemán Marcus Nispel. A priori, este proyecto tenía un gran potencial. Desde que hace algo más de una década triunfaran películas como Gladiator o la saga El Señor de los Anillos, el género épico y la fantasía heroica han vuelto para quedarse, ayudados por las nuevas tecnologías digitales, capaces de crear mundos y criaturas como nunca se habían visto antes. O al menos, cuando se usan bien, porque a veces nos toca sufrir cosas como Furia de Titanes (casualmente, otro remake). También se habría la puerta a una adaptación más fiel del personaje, lo que de paso hubiera permitido sacudirse de encima la alargada sombra de Milius y del Tito Chuache. Por una vez, estábamos ante un reinicio (o reboot, como dicen en Hollywood), con posibilidades reales de servir para algo...
            Pero no. El resultado final es básicamente un episodio largo de Hércules: Sus Viajes Legendarios con violencia explícita y tetas. Si por lo menos fuera un episodio largo de Xena: La Princesa Guerrera con los mismos añadidos, la cosa tendría un pase - Xena siempre me pareció con diferencia la mejor de ambas series. Por desgracia, aquí sólo se trata de copiar malamente a Milius, reincidiendo en la destrucción de la aldea de Conan y el asesinato del padre (ésta vez, la madre muere dando a luz en el prólogo), ahora por obra de un nuevo villano, Khalar Zym (Stephen Lang, un poco encasillado desde Avatar). Éste, junto a su hija, la hechicera Marique (Rose McGowan, quien gracias a los dioses nunca protagonizó aquel proyecto de Robert Rodríguez sobre Red Sonja), pretende reunir los fragmentos de una antigua máscara que le permitirá convertirse en un dios, dominar el mundo y resucitar a su difunta esposa (no recuerdo si en este orden, pero da igual). Para ello necesita también la sangre de la única descendiente pura de Acheron, Tamara (la cara pija y sin carisma Rachel Nichols, que por supuesto usa una doble de cuerpo para follar con Conan). A partir de ahí, todo es repetir la formula “Protas llegan a tal sitio-luchan con alguien-se van a otro sitio”, hasta que llega el tercer acto y ocurre algo extremadamente original, nunca visto en una peli de aventuras: La chica es raptada por los malos y el prota debe rescatarla antes de que la sacrifiquen. ¿A que os ha pillado por sorpresa? Pues el resto del guión es así, escrito con el mismo programa informático que utiliza Dan Brown para reciclar giros argumentales. Todo esto y la plana dirección de Nispel es lo que le da al relato un tono tan televisivo (en el mal sentido del término). Nada raro, puesto que tras fracasar hace unos años con El Guía del Desfiladero, el único logro de este director ha sido el de hacer que Julianna Guill se desnudara en el remake (otro más) de Viernes 13. En la lado positivo, hay que reconocer que las escenas de acción están más o menos bien rodadas, ya que te enteras de lo que pasa (algo cada vez más difícil hoy en día), pero ninguna resulta emocionante. Eso sí, como dice un conocido mío, todos los que mueren en el cine de un espadazo deben sufrir hipertensión, porque cuando les hieren, siempre surge un chorro de sangre. Los exteriores, rodados en Rumanía, no están mal y algunos paisajes digitales funcionan muy bien (otros, en cambio, cantan bastante), pero jamás se logra transmitir lo que uno siente cuando lee cualquier buen cómic de Conan (y eso que hay muchos). Me refiero a la sensación de ser transportado a un mundo exótico y fascinante para vivir una gran aventura, como la que tuvisteis al ver por primera vez En Busca del Arca Perdida. ¿La recordáis? Si la respuesta es no, lo lamento sinceramente. Y si nunca la habéis tenido, os recomiendo que veáis a un psiquiatra.


 
            Respecto a Jason Momoa como Conan, la verdad es que no lo hace mal. Como mínimo, consigue crear su propia versión del personaje, más sonriente y menos estoica que la del Tito Chuache. Ninguno de los dos ha sido nunca un gran actor - algunos ni les llamarían actores -, pero se nota que Momoa tenía más tablas en 2010 - gracias a Stargate: Atlantis, porque Juego de Tronos la rodó después - de las que tenía Arnie en 1981. Ron Perlman tampoco está mal como el padre de Conan, aunque el guión no le da gran cosa que hacer. Por cierto que Perlman prestó supuestamente su voz al propio Cimmerio en una película de animación que adaptaba la ya mencionada historia Red Nails. Digo “supuestamente” porque el proyecto lleva estancado algunos años y no esta muy claro si llegó a completarse o no. Tal vez nunca lo veamos. Y puesto que ha funcionado mal en taquilla, tampoco creo que veamos una secuela de este Conan, salvo que se produzca directamente para DVD y con un presupuesto más reducido.

¿Vosotros os jugaríais la vida por esto?

            Ya que hablamos de secuelas, quizá algunos os preguntéis si esta versión es mejor o peor que Conan el Destructor o El Guerrero Rojo (Red Sonja). Lo cierto es que hace años que no he vuelto a ver la primera. Coincido con casi todo el mundo en que está por debajo del original de Milius, en parte por el empeño del productor Dino de Laurentis en hacer un producto para todos los públicos. También comete el grave error de reemplazar al carismático secundario Subotai (Gerry Lopez) por el molesto desahogo cómico Malak (Tracey Walter). Aún así, creo que el resultado es algo superior a Conan 2011, porque al menos transmite un poquito de esa sensación especial a la que me refería antes. Claro que hubiera transmitido mucha más si se hubiera ceñido al guión original de Roy Thomas y Gerry Conway, quienes unos años después lo publicaron en forma de cómic con el título Conan: The Horn of Azoth. Os recomiendo que lo leáis si tenéis ocasión, pues contiene varias ideas interesantes, empezando por una trama secundaria en la que Conan mata al líder de un grupo de sacerdotes y se ve obligado a llevarse consigo a su hijo, quien jura matarle por haber dado muerte a su padre. De este modo, el Bárbaro se encuentra en el lado equivocado del mismo conflicto que él vivió en la película original. En cuanto a El Guerrero Rojo... Bueno, aún hay muchos a los que les entra la risa con sólo recordar a Brigitte Nielsen como Red Sonja. A eso hay que añadir otro cambio de identidades aún más confuso que el de la película original, pues el Tito Chuache no interpreta a Conan, sino a un clon suyo llamado Kalidor, y Sandahl Bergman regresa no como Valeria, sino como la reina Gedren, villana de la función. Si a esto añadimos un guión demencial y un nivel de producción digno de cualquier subproducto italiano tipo Ator el Poderoso, no cabe duda que esta peli si es peor que el nuevo Conan.


            En resumen, se ha perdido una gran oportunidad para alegrar a los aficionados al cine de aventuras y a los fans de Conan en particular. Lo peor es que, tras este fracaso, no creo que nuestro amigo Cimmerio vaya a volver a asomarse a la pantalla grande ni a corto ni a medio plazo. Quizá en esto se me note la edad (tengo 39 tacos), pero me temo que no podía ser de otra forma. Conan es un personaje de otros tiempos, que encarna unos valores muy devaluados en el mundo de hoy en día: La sed de aventuras, el respeto a un código de honor personal y el llegar a ser alguien a través del propio esfuerzo. Intentad venderle eso a una audiencia cautivada por Sávame, Gran Hermano, o la saga Crepúsculo. Pero quién sabe. Quizá algún día, cuando nuestra Aquilonia contemporánea más lo necesite, Conan vuelva para salvarla. Y entonces rodarán algunas cabezas. Yo ya tengo hecha mi lista, por cierto.

martes, 10 de enero de 2012

'John Carter', Pixar lo apuesta todo al rojo.


Dentro de pocos meses tendrá lugar el estreno mundial de John Cater, la esperada primera película de imagen real de Pixar. Es probable que muchos de vosotros sólo conozcáis de oídas al personaje del título, o incluso que no lo conozcáis en absoluto. Para solucionar ese problema, sólo necesitáis seguir leyendo. Debo advertiros de que habrá varios spoilers sobre la vida y milagros del individuo en cuestión, pero recordad que éste nació hace ya un siglo. O sea, que no voy a desvelaros los secretos de una historia mega-novedosa y original.
John Carter fue una creación del escritor norteamericano Edgar Rice Burroughs, quien a principios del sigo XX escribió una saga de diez novelas ambientadas en el planeta Marte - su hijo escribió la undécima, aunque según tengo entendido es la peor de todas. La primera novela de dicha saga fue A Princess of Mars (Una Princesa de Marte), que también fue la primera obra publicada por el autor y en la que se basa la película de Pixar. El protagonista, John Carter, es un confederado que tras la Guerra Civil Americana es perseguido por los indios hasta una cueva. Desde allí es transportado misteriosamente al planeta Marte, donde descubre que no sólo puede respirar, sino que su fuerza y su agilidad han aumentado gracias a la baja gravedad. Pronto se encuentra con una tribu de marcianos verdes; seres de tres metros del alto, con cuatro brazos y muy belicosos. Tras impresionarles con sus habilidades para el combate, los marcianos le acogen como un invitado y le llevan hasta una de sus ciudades. Allí Carter contempla como sus anfitriones derriban un vehículo volador y capturan a uno de sus pasajeros, quien no es otra que la princesa del título, llamada Dejah Thoris. Ésta pertenece a la raza de los marcianos rojos, idénticos a los humanos pero de piel rojiza. Carter se enamora inmediatamente de ella, por lo que decide ayudarla a escapar y regresar a su lugar de origen, la ciudad-estado de Helium...
Como podéis ver, estamos ante una clásica aventura pulp, género que floreció en Norteamérica durante la primera mitad del pasado siglo. Tenemos a un héroe romántico que deberá recorrer escenarios exóticos, matar a los malos, salvar a Marte y quedarse con la chica. O sea, lo mismo que hizo el tito Chuache muchas décadas después en Desafío Total (Total Recall). Sin embargo, la obra de Burroughs tiene muy poco que ver con la de Philip K. Dick (en uno de cuyos relatos se basó Desafío Total). Aquí no hay reflexiones sobre qué es real o no, ni sobre la identidad personal, ni sobre la diferencia entre ser humano y ser un replicante. Lo que si hay son cosas tan habituales en la época de Burroughs como racismo, sexismo y xenofobia. Los marcianos verdes, por ejemplo, son los clásicos nativos salvajes y sin civilizar, mientras que los marcianos rojos, con su apariencia humana, son más pacíficos y avanzados. Dejah Thoris, como mujer que es, existe básicamente para ser raptada, obligando a John Carter a rescatarla una y otra vez para poder terminar casándose con ella. Y si para eso hay que forjar una alianza entre los marcianos rojos de Helium y los verdes - cosa que nadie a conseguido jamás - y unirlos para derrotar a la ciudad-estado de Zodanga, enemiga de Helium, pues qué leches, se hace. Para eso es John Carter un macho-alfa blanco y Norteamericano. Y encima del Sur. ¡Cosas así no las hace un maldito Yanki! En resumen, material sensible para nosotros, los lectores de hoy en día, que somos tan progres, tolerantes e igualitarios (dígase con naturalidad).
Por su puesto, a los contemporáneos de Burroughs no les preocupaban minucias como la corrección política. A Princess of Mars fue un éxito de ventas que permitió a su autor completar ésta y otras sagas literarias. ¿Entonces - os preguntareis -, por qué no es John Carter más conocido? Básicamente, por dos razones. Primero, porque acabó siendo eclipsado por otra creación posterior de Burroughs: Tarzán de los Monos. Ése si que os suena, ¿verdad? Segundo y quizá más importante, porque mientras Tarzán triunfó también en otros medios (cine, televisión y cómic), John Carter ha tardado todo un siglo en llegar a la pantalla. Desconozco los motivos exactos, aunque no hay duda de que resulta más fácil recrear en una película la selva africana de toda la vida - donde de hecho se rodaron algunas aventuras cinematográficas de Tarzán - que un planeta distinto del nuestro, lleno de criaturas alienígenas. Aún así, conviene recordar que ya en la década de 1930 se realizaron varios seriales cinematográficos sobre flash Gordon - un personaje bastante parecido a John Carter - y que tras el estreno de Star Wars: Una Nueva Esperanza en 1977 el camino estaba libre para adaptar al cine la saga marciana de Burroughs. Sin embargo, los pocos intentos de hacerlo no salieron adelante. Hasta ahora.
Y aquí entramos en el aspecto más interesante de la cuestión: ¿Puede triunfar hoy en día una película sobre John Carter? En principio, muchos factores indican que si: Detrás del proyecto están Disney y Pixar. El presupuesto, según se dice, es de unos 250 millones de dólares. Y el director es Andrew Stanton, responsable de éxitos como Buscando a Nemo o Wall-E. El mismo Stanton ha admitido que no es un fanático de la novela original, pero si del universo en el que se desarrolla, lo que junto a la presencia de Disney garantiza la eliminación de los elementos más cuestionables del original, mencionados hace dos párrafos.
Pero es justo en este punto donde surge la otra cara de la moneda, porque entre los “elementos cuestionables” hay varios que para mí - y creo que también para algunos de vosotros - merecería la pena conservar. Uno de ellos es el pequeño detalle de que, según la tradición marciana, Deja Thoris acostumbra a ir por ahí...¡en bolas! Naturalmente, Disney no tiene intención de espantar a la audiencia infantil y juvenil - o más bien a sus preocupados padres -, por lo que, como se puede ver en el trailer de la película, Dejah Thoris va en todo momento adecuada e incluso excesivamente vestida. Y ya puestos, otro problema es la actriz que interpreta al personaje, Lynn Collins, quien no sólo no me parece atractiva - aunque ya se sabe que para gustos... - sino que además no estuvo nada convincente en aquel engendro llamado Lobezno. Claro que aún es peor lo de su compañero Taylor Kitsch, el encargado de dar vida a John Carter. Se trata del típico actor guapito de la llamada “Generación Crepúsculo”, que aunque no ha intervenido en esa horrible saga engendrada en el infierno de los frikis, comparte con gente como Robert Pattison o Taylor Lautner una falta absoluta de carisma y personalidad. Stanton justificaba hace poco el protagonismo de Kitsch y Collins afirmando que “El tiempo de las estrellas ha pasado”. Por lo visto, no recuerda que Piratas del Caribe triunfó gracias a una estrella llamada Johnny Deep, a pesar de los soseras Keyra Knightly y - sobre todo - Orlando Bloom.

 Taylor Kitsch y Lynn Collins

 Dejah Thoris según E.R. Burroughs
Sin embargo, los problemas no acaban ahí. Como ya he dicho, se supone que los marcianos verdes son feroces y violentos. Los que aparecen en el trailer parecen más bien toros escuálidos que hablan y caminan sobre dos patas. Y eso que al marciano verde principal, Tars Tarkas, coleguilla y compañero de aventuras de John Carter, lo interpreta Willem Dafoe. Por muchos retoques digitales que se le hagan, ¿como es posible que Willem Dafoe no resulte feroz ni violento? Si, ya sé que hizo de Jesucristo y tal, pero esa no es la clase de personaje por la que todos le recordamos. Supongo que muchos habréis visto Spiderman, ¿verdad? Algo me dice que la sombra de Disney es alargada y que el estudio no quiere que los niños se asusten demasiado. ¿Significa eso que John Carter va a ser una película sólo para niños? Conociendo a Pixar, lo dudo. Pero vuelvo a lo de antes: Esta es su primera película de imagen real y con un presupuesto muy, pero que muy alto. Con todo lo que hay en juego, algunos jefazos de Disney pueden haber exigido no correr riesgos de ningún tipo. Eso significa que los mayores de treinta años podemos acabar sintiéndonos un poco ignorados.

Tars Tarkas
Desde luego, no hay duda de que Pixar se merece un voto de confianza. Aún así, yo voy a ser cauto y aguardar a las primeras críticas y comentarios del público. Entonces decidiré si la veo (en el cine) o no. Respecto a la taquilla, intuyo dos posibilidades: O bien un primer fin de semana brutal seguido de un rápido descenso, o bien una recaudación estable pero algo menor de la esperada. Ambas opciones serían un problema para Disney y Pixar, puesto que se requieren unos ingresos enormes - tanto en los USA como en el resto del mundo - para que una película tan cara sea rentable (y no creo que los 250 millones de presupuesto incluyan gastos promocionales). Por supuesto, podría equivocarme, en cuyo caso no hay duda de que estaríamos ante el comienzo de una nueva franquicia; probablemente una trilogía, ya que las dos siguientes novelas de la saga, The Gods of Mars y The Warlord of Mars, son secuelas directas de la primera. Después John Carter se convierte en un personaje secundario hasta recuperar el protagonismo en la octava, Swords of Mars, que podría dar pié a una cuarta parte al estilo de Piratas del Caribe: En Mareas Misteriosas. Lo que si que descarto es un megatortazo financiero y artístico, que por otra parte sería muy perjudicial para una empresa tan merecedora de mi respeto como es Pixar.

Para terminar, si tenéis tiempo y ganas os sugiero que echéis un vistazo a la adaptación al cómic que la editorial norteamericana Dynamite viene haciendo desde hace un año de la saga marciana de Burroughs. Aún no ha empezado a publicarse en España (al menos que yo sepa), pero no creo que tarde en hacerlo, puesto que evidentemente una de sus funciones es promocionar la película. Los más impacientes podéis optar por otros medios que no es necesario nombrar (je,je), siempre y cuando tengáis algún conocimiento de inglés. La colección se titula Warlord of Mars (como la tercera novela de la saga), y hasta el momento se han publicado al menos 12 números en Estados Unidos. Los primeros 9 son una adaptación directa de A Princess of Mars, de los cuales los últimos 7 están dibujados por Lui Antonio, artista que me encanta y que en mi opinión realiza aquí un gran trabajo - atención al vestuario (o escasez de él) de Dejah Thoris, muy en sintonía con la obra original. Los siguientes tres números forman una historia de transición titulada Heretic of Mars, en la que se introducen algunas subtramas de los siguientes libros, a la vez que se nos presenta a Carthoris, el hijo de John Carter y Dejah Thoris. Aquí el dibujo pasa a ser obra de Stephen Sadowski, quien sin disgustarme no me parece a la altura de Lui Antonio. Según la página oficial de Dynamite, a partir del número 13 comenzará la adaptación de The Gods of Mars, que presumiblemente irá seguida de la de The Warlords of Mars. Que la colección continúe después dependerá sin duda del éxito de la película, a no ser que se haya concebido desde el principio como una serie limitada. Por si acaso, los de la editorial se están curando en salud mediante la publicación simultanea de otras dos colecciones: Warlord of Mars: Dejah Thoris, sobre las aventuras del personaje antes de conocer a John Carter - donde tiene poco que ver con la heroína pasiva y secuestrable de los libros -, y Warlord of Mars: Fall of Barsoom, situada 10.000 años antes de las novelas de Burroughs. Ignoro si ambas adaptan otras obras del autor o si se trata de material original (probablemente lo segundo). En cualquier caso, quienes busquéis un primer contacto con el universo de John Carter sin necesidad de tragaros las novelas tenéis en estos cómics la herramienta adecuada.

Presentación

Bienvenidos. Hoy comienza el Blog del Friki Asturiano, que como muchos de sus paisanos vive exiliado en la capital de España por motivos laborales. Para todos los que os dejeis caer por aquí, éste va a ser un sitio dedicado sobre todo al cine, la tele y los comics. No habrá pajas mentales existencialistas, ni política, ni fútbol. O al menos espero que no los haya, porque en este pais nuestro es muy difícil huir de tales cosas. También debo aclarar que sólo soy moderadamente friki, lo que significa que este blog va dirigido tanto a los frikis como a quienes no lo son (o no se consideran como tales). Igualmente, tampoco se exige a los visitantes que sean asturianos. Al fin y al cabo, desde la Reconquista todos los españoles lo son un poquito (je, je, je). Y en cuanto a los extranjeros, sólo es cuestión de tiempo (dígase en tono ominoso y amenazante).